A un palo de telégrafo
Ayer monarca de los bosques eras,
dispensador de sombra regalada,
lecho hojoso del aura enamorada,
bulliciosa ciudad de aves parleras.
dispensador de sombra regalada,
lecho hojoso del aura enamorada,
bulliciosa ciudad de aves parleras.
Hoy, triste, escueto, ni volver esperas
a tu pomposa juventud pasada;
de desnudez imagen desolada,
y esqueleto de muertas primaveras.
a tu pomposa juventud pasada;
de desnudez imagen desolada,
y esqueleto de muertas primaveras.
Mas no llores tu verde lozanía,
ni las ausentes auras voladoras,
ni tu diadema de follaje vano.
Hoy de un gran porvenir marcas la vía;
tus auras son palabras vibradoras
y tu corona el pensamiento humano.
ni las ausentes auras voladoras,
ni tu diadema de follaje vano.
Hoy de un gran porvenir marcas la vía;
tus auras son palabras vibradoras
y tu corona el pensamiento humano.
Carlos Peñaranda y Escudero,
Poeta nacido en Sevilla en 1849 y fallecido en Madrid en 1908. Después de vivir en la Corte viajó a Filipinas, donde ejerció cargos administrativos.
Visto en cervantesvirtual.com
2 comentarios:
Me imagino que los palos de telégrafo también tienen su corazoncito, aunque sea inundado de creosota.
Lo más importante es que sean muy discretos, en todos los sentidos de la palabra.
Telémaco, algún día tendré que hablar de la creosota y de la gutapercha.
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