Paradoja
No parece que a mediados del siglo XIX, los telégrafos ópticos gozaran de las simpatías de nuestros mejores escritores como se puede deducir por la reflexión de José María de Pereda.
"...Sobre ellos [los campos], como sobre los que iban quedando atrás, descollaban acá y allá muy de tarde en tarde, tal cual tumor, plomizo y rapado, encima de alguno de los cuales se erguía un castillete coronado de unos barrotes, entre los que subía y bajaba una cosa negra, a modo de caldero. Eran los telégrafos ópticos, que, lejos de alegrar el paisaje, le entristecían todavía más; pues a la contemplación del insulso detalle iba unida la consideración de que dentro de aquella jaula de sólidas paredes, había seres humanos incomunicados con el resto del mundo; y para mayor burla de la desgracia, ellos, los encargados de conducir maquinalmente la palabra de los demás a través de la tierra, estaban condenados a no hablar con nadie, fuera de lo que hablaran entre sí."
Pedro Sánchez, de José María de Pereda (wikisource.org)
4 comentarios:
Hola Muxfin, acabo de ver la entrada que me dedicas, que decir... muchisimas gracias, me hace bastante ilusión verme en un blog como el tuyo
un saludo compañero
j.damian, siempre hay que apoyar a la gente que empieza, sobre todo si lo hace con tu ilusión y ansias de mejora.
Saludos
El Pereda lelea, En parte tiene razón con la paradoja de los hombres incomunicados que comunican a los demás, pero eso de que la torretas son feas, eso no.
Lula, no es el único de la época que las encontraba feas, Fernán Caballero describe a la "torre de Carmona" como una verruga.
Personalmente, me gustan más sin el mecanismo.
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