Eastwood y el torrero
En Space Cowboys, Clint Eastwood relata la historia de unos viejos astronautas que vuelven a tener una segunda oportunidad al requerirles la NASA para "salvar a la Humanidad" aplicando sus conocimientos de una tecnología ya obsoleta.
El argumento tiene su encanto para aquellos que tenemos la maleta cargada de conocimientos ahora inservibles y soñamos ocultamente que puedan ser útiles a alguien.
Algo parecido les ocurrió a nuestros dos protagonistas a finales del siglo XIX; uno prestigioso y condecorado y otro, casi anónimo y perdido en alguna referencia de las hemerotecas.
Cuando en 1844 José María Mathé recibió el encargo de crear y organizar las líneas de telegrafía óptica en España, la telegrafía eléctrica daba los primeros balbuceos en Europa. Mathé diseñó y dirigíó una red de torres comunicadas visualmente y con un sistema de señales también diseñado por él.
Las torres eran atendidas por los denominados "torreros", la mayoría militares licenciados que se encargaban de recibir el mensaje y repetirlo a la siguiente estación.
Uno de estos torreros, fué D. José Pascual del Castillo; cuando en 1856 se inició la transición de la telegrafía óptica a eléctrica, José Pascual pasó a formar parte del primer escalafón de Telégrafos.
Casi veinte años más tarde, en plena tercera guerra carlista, las autoridades militares vieron la fragilidad del telégrafo eléctrico en tiempo de guerra por lo fácil que era interrumpir el servicio con un simple corte de la línea.
Como medida de prevención ara protegerse de dichos sabotajes, se decidió establecer varias líneas de telegrafía óptica y volvieron a llamar a Mathé -ya jubilado- para que desarrollara un sistema simplificado de su obsoleto telégrafo.
Para adiestrar a los operadores, se creó una escuela en Logroño en la que D. José Pascual del Castillo volvía a transmitir sus viejos conocimientos a los jóvenes soldados.
Fuente de las imágenes: álbum SIGLO XIX
3 comentarios:
Es triste que se desaproveche tanto talento y tanta experiencia salvo en esas situaciones excepcionales.
Es algo que realmente no me gusta de nuestra cultura de "usar y tirar".
Telémaco, la única esperanza es que nos echen a un contenedor con algo de valor añadido
Volverán las oscuras golondrinas...
Para el efecto 2000 buscaron a los coboleros hasta en Benidorm.
Lo sabido nunca sobra
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